viernes, 29 de octubre de 2010

Hoy fue la "Casa Gris"

Conocer la Casa Rosada era algo que definitivamente estaba en mis planes, pero nunca pensé que lo iba a hacer en una circunstacia como esta, que desde mi punto de vista es un acontecimiento que va a quedar grabado en la historia argentina. El cielo gris, amenazante, a punto de desmoronarse en una lluvia torrencial, acompañaba el ambiente “tétrico” de lo que se estaba viviendo: una muerte, un adiós.
El Himno argentino y la Marcha Peronista sonaban cada vez más fuertes a medida que nos acercábamos a Plaza de Mayo.
De repente, entre cantos que expresaban “Andate Cobos” y “Fuerza Cristina”, nos encontramos adentro de la Casa Rosada.
El olor que emanaban la gran cantidad de ramos de flores que adornaban el pequeño recorrido me recordaba al de un cementerio, y el ambiente concordaba a la perfección con mi sentimiento. El semblante de los próceres históricos, cada uno desde su retrato decorando las paredes, parecía acompañar el sentimiento de la gente, el duelo de aquellas personas que iban a darle el último adiós al ex presidente.
Al estar frente a la escena, no me importó que reconocidos actores y cámaras de televisión estuvieran a escasos centímetros de donde yo me encontraba. El impacto visual fue tan fuerte que, si bien fueron pocos segundos, quedó grabada en mi mente la imagen de la Presidente parada al lado del cajón en el que se encontraba el cuerpo de su marido. Un agónico “Estamos con vos Cristina” rompió el silencio y dio pie a los aplausos.
Boquiabiertos y sin palabras salimos de la Casa Rosada mientras el penetrante olor a lluvia invadía nuestras narices y nos hacía abrir los paraguas.


Atentamente: una mujer que ama presenciar momentos históricos

miércoles, 20 de octubre de 2010

Crónica de mi domingo 17/10 en 30 líneas

Queridos lectores (porque se que por lo menos algunos fieles existen) primero perdón por no postear hace tanto, segundo contarles que esta entrada no es como todas las demas, sino simplemente un trabajo de la facu que me pareció divertido compartir..



Manuela Canova, una estudiante de periodismo deportivo de 18 años, se levantó sola en su departamento luego de atrasar tres veces el despertador para cumplir con la rutina que tenían sus domingos desde que terminaron las vacaciones de invierno: ir a la radio de 14 a 20hs.
Desde que comenzó a trabajar en la radio no le molestaba no poder dormir los domingos hasta entrada la tarde como toda la vida le había gustado hacer. Por eso, y luego de prender la computadora y la televisión, levantó el teléfono y pidió unas empanadas. Fue ahí cuando se acordó que ese no era un día cualquiera, sino que era el día de la madre. Varios sentimientos pasaron por la cabeza de Manuela en ese momento, era el primer día de la madre que estaba lejos de la suya ya que el año anterior había terminado el colegio en el pueblo donde nació y vivió toda su vida (San Martín de los Andes) para mudarse a un departamento en plena Capital Federal con una amiga de la infancia y lejos de su familia. Aunque le costó unos minutos asumir el cambio que implicaba estar lejos aquel día, llamó a su mamá para desearle lo mejor, agarró las llaves y dejó el departamento.
Una vez en la radio disfrutó de los partidos de la jornada, las notas de los encuentros de los días anteriores y toda la vertiginosidad que la radio implica, en aquellas 6 hs.
Una vez en el colectivo rumbo a su departamento llamó a su novio y, una vez más, discutieron de fútbol, pero esta vez la pelea fue mucho más fuerte que las veces anteriores, y el orgullo de ambos hacía que ninguno diera su brazo a torcer.
Cansada, Manuela llegó a su casa donde Florencia, su amiga, la esperaba con la comida. Ese domingo, se fue a dormir temprano y puso el despertador de manera tal que pudiera levantarse el lunes luego de atrasarlo tres veces.