jueves, 25 de noviembre de 2010

Pasión Inexplicable


Cuando lo vimos en el medio de la popular nos dimos cuenta de la magnitud de lo que estábamos por vivir. La pasión había superado cualquier barrera, ya no había obstáculos, no había nada más que amor al equipo, más que sentimiento puro, más que el más lindo de todos los amores y sentimientos, algo incomparable.
Hacía días que esperaba la noche del jueves con una ansiedad inexplicable, pero todo pareció multiplicarse cuando me subí al colectivo y lo primero que escuché fue “VAMOS ROJO!” mérito de haber subido con la camiseta puesta a un 95 que ya estaba plagado de hinchas de Independiente. Después de subir a varios hinchas más y superar un puente Pueyrredón ROJO a más no poder llegué al fin al cruce tan esperado entre las avenidas Alsina y Belgrano donde me encontré con Gastón y Lucas y empezamos a caminar entre todos nuestros “compañeros” hacia el estadio…pasamos los cacheos y no nos importaba nada, cada uno tenía que ir por un lado distinto pero a ninguno de los tres le molestaba..los nervios ya estaban de punta y los corazones latían increiblemtente rápido. Y de repente, ahí estábamos, la querida Norte Baja ya era nuestro escenario, y fue entonces cuando lo vimos. Un pibe de unos veinti-cortos CIEGO en el medio de la popular, los tres nos quedamos helados, esto definitivamente iba más lejos de lo que pensábamos, lo que provoca la pasión es algo increíble, impensable para cualquiera. Él vivió la fiesta como todos nosotros, su amigo le contaba lo que iba pasando, él estaba felíz, sonreía, festejaba, cantaba, no paraba de saltar. Gritó los dos goles como si realmente los hubiera visto, pero sin necesidad de verlos, lo vivió como cualquiera, y me animo a decir que hasta mejor que muchos. El Libertadores de América, estaba que explotaba, no entraba nadie más..pero la muestra más clara de la PASIÓN INEXPLICABLE estaba expresada de la mejor manera a escasos centímetros nuestros.

PD: una mujer felíz y con ganas de estar YA haciendo la fila para sacar la entrada de la final

martes, 16 de noviembre de 2010

Efecto Super

Está clarísimo que no soy ni de River ni de Boca, pero también está clarísimo que, (aunque los dos venian muy mal) como argentina que le gusta el fútbol, el Super Clásico era un partido que no me podía perder. Desde que se supo que la fecha 14º iba a albergar al clásico más importante de la Argentina (porque aunque sea hincha de otro grande tengo que admitir que el River-Boca es el de mayor trascendencia) se planearon viajes, se acomodaron horas de estudio, se discutió quién iba a hacer la fila para sacar las entradas, dónde se iba a mirar el partido, se organizó juntada en la casa del que tenga el mejor televisor, quienes llevaban las papitas y quienes la Coca o la Quilmes, se cancelaron planes, citas, asados familiares..Todo esto porque el tan ansiado derby se iba a jugar un domingo, el domingo 7 de noviembre. Pero como la muerte del ex presidente alteró el calendario, el Super se atrasó y chocó con el recital de los Jonas Brothers. Sí, esos hermanitos amados por las nenas pero ignorados (y a partir de ese momento odiados) por el público masculino y parte del femenino determinaron que el partido no se jugaría el domingo siguiente al que originalmente le correspondía (14 de noviembre) ya que ellos tocarían el sábado por la noche en el estadio que iba a ser también escenario del River-Boca (el Monumental) y no estaría en condiciones para el domingo, por eso se pactó que el encuentro sería el martes 16 de noviembre.
Cuando me quise dar cuenta, ya había organizado mi martes en torno al partido, ¡hasta fui antes al gimnasio para volver más temprano a casa! En todos los lugares en los que entraba había gente hablando del Super, a la invocación del tema le seguía la pregunta ¿sos de River o de Boca? Y generalmente eran de alguno de los dos. Volví a casa a eso de las 6.50 y, sin exagerar, eran gran mayoría de mujeres las que caminaban y circulaban por las calles de mi barrio.
Lo que intento con esta entrada es rescatar la pasión por el fútbol, lo lindo que es como un juego nos unifica más allá de las rivalidades, y lo increible y apasionante que es para mi el “efecto super”.

Atentamente: una mujer orgullosa de ser hincha de Independiente ;)